




Equinoccios y el Culto del Sol
Las comunidades y culturas ancestrales asentadas en la Mitad del Mundo definieron hace miles de años, antes que cualquier otra teoría, el fenómeno cosmográfico en el cual el sol se encuentra exactamente sobre la línea Ecuatorial, estableciendo un calendario solar ancestral que servía para determinar el cambio de épocas para las siembras y cosechas además de señalar las fechas de las fiestas, los ritos y los agradecimientos a sus dioses. En este calendario, el primer equinoccio solar (el 20 y 21 de marzo) indicaba el inicio del nuevo año solar y la fecha en la cual se realizaba la primera cosecha anual de los granos tiernos acompañada por la fiesta del “Inti-Raymi” (en quichua ‘fiesta del Sol’) en honor al Inti (el Dios Sol). Después de estas celebraciones, los indígenas dejaban secar los granos secos durante la fiesta del “Inti-Huatana”. Debido a la inquietud de respetar la “Pacha Mama” (en quichua Madre Tierra), se dejaba descansar el suelo cultivable hasta el segundo equinoccio (22 y 23 de septiembre) para realizar las siembras de los granos secos o fiesta del Inti-Laymi


La Fiesta del Señor del Árbol
Esta fiesta puede considerarse como la fusión entre la cultura andina y la religión europea puesto que sus orígenes remontan al periodo del inicio del proceso de evangelización de esta zona de partes de los colonos. Se cuenta que durante la Semana Santa católica, precisamente en el Domingo de Ramos, la gente de Pomasqui y San Antonio vio aparecer el rostro del Jesús en uno de los árboles andinos ( los “Quishihuar”) que existían en la plaza. En señal de respeto y admiración se construyó una capilla en la plaza y se comenzó a celebrar la fiesta del Señor del Árbol. Sin embargo, la adaptación y aceptación de una festividad católica no pudo detener la celebración autóctona del segundo equinoccio que acompañó el catolicismo hasta llegar a una su fusión indivisible
En la actualidad, esta fiesta se celebra durante varios días seguidos en el mes de septiembre e involucra todas las comunidades de Mitad del Mundo. La celebración se compone principalmente de un desfile de carros alegóricos con la imagen del Señor del Árbol el cual es acompañado por personajes disfrazados según las tradiciones autóctonas tanto como por bailarines, bandas musicales y juegos pirotécnicos como la quema de castillos

Trajes y Figuras
Unos de los aspectos más sugestivos de las fiestas tradicionales son los trajes y los personajes que representan los elementos más particulares y característicos de la cultura andina puesto que algunos son los mismos que veneraban antiguamente al “Yaya Inti” (Padre Sol) durante las fiestas solares.
El Diablo Huma, o Aya Huma es un personaje central en el Inti Raymi pues intermedia entre el hombre y la naturaleza, la mascara representa la dualidad, las dos caras del tiempo, el dios Sol y el esplendor de sus rayos, así como los colores del arco iris. En el pasado, una semana antes de la celebración del Inty Raymi, se enterraba la máscara y los instrumentos musicales en algunos lugares sagrados, como cascadas, quebradas y vertientes. De esta manera los objetos podían reunir toda las energías de la pachamama para luego propagarlas durante la fiesta

Sacha Runa
( indio salvaje) es el hombre del monte. Cubierto de musgo y plantas, este personaje camina a los lados del desfile amarrado con un lazo sostenido por un acompañante con una mascara hecha de pelo, el cual trata de controlar al Sacha Runa. Se cuenta que el Sacha Runa es un recuerdo de la época en que existían “hombres salvajes” en las montañas que bajaban a los pueblos para raptar a las mujeres.

Capariches son personajes con mascaras sonrientes y trajes colorados que bailan cerca de la banda y divierten al publico.


La Vaca Loca Se trata de una reconstrucción en cartón de una vaca que una persona sujeta en sus hombros. A la vaca loca están pegados dulces, galletas, frutas y bebidas que los participantes de la fiesta deben intentar arrancar sin que el pastor que camina al lado de la vaca los castigue con su látigo.

Los Yumbos
Los Yumbos fueron una etnia que habitó, desde la prehistoria, en el noroccidente de la provincia de Pichincha. Fue un pueblo amante de la paz, autónomo, independiente, y abierto a las relaciones exteriores. fueron principalmente un pueblo agrícola y de comercio, que también cazaban y elaboraban artesanías. La red comercial Yumbo se extendía desde la sierra hasta la costa. Sus rutas comerciales consistían en caminos ('culuncos') escondidos en la densa vegetación de las laderas de las montañas.
La etnia yumbo desapareció a mediados del siglo XVII debido, posiblemente, a erupciones de volcanes vecinos como el Pichincha y el Pululahua. Hoy en día se mantiene el recuerdo de este pueblo antiguo en el folklore y la cultura de las comunidades de la Valle de Pomasqui y de otra regiones de la Sierra a través del personaje identificado como “el yumbo”.
En ocasión de las fiestas tradicionales, los yumbos se organizan en “yumbadas”, bailando al ritmo del tambor y el pingullo ejercitando danzas con movimientos circulares. El traje de los yumbos consiste en una corona de plumas, collares de dientes de animales, un lanza de chota que llevan en la mano derecha y a veces un pequeño canasto de fibras vegetales en la espalda. Además de su vestimenta, los yumbos se caracterizan principalmente por un pito particular “un sonido cultural ancestral” muy difícil de producir.
Hoy en día en la zona de Mitad del Mundo solo quedan dos grupos: los yumbos de Rumicucho y de Tanlahua. Estos dos grupos tenían, en pasado, un relación de competición durante las fiestas mientras que ahora participan en las celebraciones de manera conjunta manteniendo una relación de amistad y colaboración.
Medicina Tradicional
Las comunidades de la zona de Mitad del Mundo comparten conocimientos y creencias ancestrales en el ámbito de la curación. En el pasado, cuando no existían servicios médicos en las zonas rurales, los curanderos y los chamanes eran los únicos a los cuales se dirigían las comunidades en caso de enfermedad. En la actualidad los métodos de curación tradicionales siguen manteniendo una gran importancia para las comunidades que la utilizan en caso de “mal aire” y “espanto” (energías negativas) o cuando la medicina “oficial” no logra curar una enfermedad.
La mayoría de la gente de las comunidades confía en los curanderos para las limpias o utiliza métodos que ellos mismos conocen en caso de “mal aire”. De hecho la gente conoce las plantas necesarias para las limpias o los baños y las busca en la Reserva del Pululahua o la compra a la gente que la cultiva en su huerto. Efectivamente, todavía existen bastante curanderas y chamanes en las comunidades. Las curanderas transmiten sus conocimientos a sus hijas o sus nietas y los chamanes tienen que encontrar uno o más aprendices quienes hereden sus recetas y sus fórmulas. La ayuda del chaman o de la curandera es todavía muy solicitada por la gente de la comunidad puesto que muchos de sus trucos y sus recetas permanecen secretas. De hecho, hay secretos que los curanderos no pueden revelar porqué al hacerlo, arriesgan de perder sus energías curativas y de este modo “dañarse la mano” que le permite sanar a las personas.


Agricultura y Alimentación
Un grupo de mujeres de las comunidades de la Zona Equinoccial decidió comprometerse para retomar el contacto con la tierra y la agricultura, dedicándose a los huertos familiares con un enfoque que fusiona métodos de agricultura biológica y conocimientos tradicionales y rescatando los valores de alimentación sana y soberanía alimentaria.
En este esfuerzo de rescate, el grupo de mujeres llevó a cabo una investigación sobre las plantas nativas que la población local empleaba para el cultivo. A partir de este inventario las mujeres recuperaron y sembraron en sus huertos plantas en vía de desaparición, realizando de esta forma un importante trabajo de conservación.
Otra recuperación que están llevando a cabo las mujeres agricultoras es relativa a los conocimientos tradicionales del sistema lunar rescatando los conocimientos de las poblaciones agrícolas de la zona que, en la antigüedad, se referían a los movimientos lunares y solares para determinar cuando y que cosa había que sembrar o cosechar.